9/7/16

Testimonio Vocacional Sacerdotal

Linda reflexión de un sacerdote

Testimonio Vocacional Sacerdotal


Mi vocación (lo cuenta un joven sacerdote)

Nací en el 68. Todos estaban por esas fechas de cambio y "revolución", puede que eso me influyera un poco, esa puede ser mi manera de ser, un poco revolucionada. Mi familia... estupenda. Mi pueblo, pequeño pero precioso, lugar donde con mi familia aprendí a rezar y a tener por delante de todas las cosas a Dios, aun sin conocerle, fiado de mis mayores, que es como se aprendía antes y tan bien. Y mi vida hasta los 18 años como la de tantos otros...llena de gracia y pecado, como todo lo humano. no me gustaba casi nada estudiar, prefería divertirme...claro está, con esos ideales, pronto llegaron los fracasos, uno detrás de otro, aunque por orgullo, aprendía a disimularlos.



En medio de tantas historias... que me dejo por contar, a alguien se le ocurrió llevarme donde no pensaba ir. Cerca de quien conocía de pequeño, pero al que no le había prestado mucha atención. Bastaron unos días de oración para darme cuenta que el Dios del que tanto me habían hablado y que tanto a veces me cansaba, era quien me estaba amando, aun con mis debilidades... Parecía que era el único que no me pedía nada a cambio. Se hacia realidad aquello de “Amaos unos a otros... como YO os he amado”. Todo en esos días empezó a ser nuevo. Tenía a Jesús-Xto hacia tiempo en mi vida, pero lo tenía enterrado. En estos días experimenté la Resurrección, primero la suya y con ella, la mía.

Como explicar que aun estando vivo había estado muerto, y ahora, con El, todo lo que me llevaba a la muerte, me estaba dando la vida. “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Lo que yo consideraba como bueno, me llevaba al desastre y aquello que yo había despreciado, ahora me estaba dando la alegría. “La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular” “despreciado desecho de los hombres, como un malhechor lo llevaron y el no abría la boca”, así había estado todos estos años, El... con mucho respeto y mas de paciencia, a mi lado. Difícil de explicar, pero como todo lo sencillo y pobre, mejor es vivirlo que contarlo. Dios empezó a ser parte de mis cosas, hasta ver que la verdadera felicidad la iba encontrando, cuanto más lo ponía a El en primer lugar.
Ahora entiendo aquello de “El Señor es solamente uno”. Ahora se las palabras tan preciosas del Papa: “las delicias de Dios están puestas en la felicidad del hombre”. “A mi el mas insignificante de todos los creyentes el Señor me ha concedido esta gracia” “seguir las huellas por todo y en todo, del Pastor de los Pastores: Cristo Jesús”.

He aprendido, por la gracia de Dios, que es un gran don la precariedad y no mas bien una desgracia. Sin merito por mi parte y “oyendo sin oír” la voz de Dios que me llamaba a entregarme a El para darle gloria y servir a los hombres, fue como entre en el Seminario.

Recibí el ministerio del sacerdocio el día 27 de Mayo del 1995. Y ahora estoy aquí... de Párroco en Buñol contándote estas cosas..
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“Abrid las puertas a Cristo, no tengáis miedo...” Si quieres... si necesitas compartir tus cosas... y puedo servirte de algo. A veces dos ven más que uno. Un abrazo.

Pide a Dios que muchos jóvenes tengan la valentía de decir SI cuando El les llama.

Gracias.

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