Después
Moisés mandó que el pueblo de Israel construyera todo lo que le había
mandado en el monte Sinaí la tienda de campaña para Dios llamado el
Tabernáculo, el Arca de la Alianza , con los tablas de la ley, el
candelabro de siete brazos, y otras muchas cosas. Y consagró a Aarón y a
los suyos al servicio de Dios. Cuando todo estuvo hecho, la nube cubrió
el Tabernáculo, y la gloria de Dios llenó la tienda.
Durante
todos los años que los del pueblo de Israel estuvieron en el desierto,
se ponían a andar cuando se movía la nube sobre el tabernáculo; y si la
nube no andaba, no se ponían en camino.
La
nube de Dios se posaba durante el día sobre el tabernáculo, y durante
la noche la nube se hacia fuego a la vista de todos los del pueblo de
Israel. Muchas más cosas pasaron en este largo caminar del pueblo de
Israel por el desierto, que duró cuarenta años. Al fin, llegaron muy
cerca de la tierra que Dios les había prometido.
Cuando iba a morir Moisés, Dios le dijo: Sube a este monte y verás la tierra prometida.
Subió
Moisés al monte Nebo, y vio una tierra extensa y muy buena, aunque
todavía estaba ocupada por otros pueblos, y los hombres de Israel
tendrían que conquistarla.
Después
Moisés le pidió a Dios: Dale a tu pueblo un hombre que sea su jefe y lo
conduzca, y que no sea el pueblo de Dios como un rebaño sin pastor.
Dios le dijo a Moisés: Toma a Josué y pon tu mano sobre él para bendecirle. Y dile al pueblo de Israel que le obedezca.
Hizo Moisés lo que Dios le mandó.
Después Moisés bendijo al pueblo de Israel, alabó a Dios, y murió.
Los
israelitas lloraron por Moisés durante treinta días, porque Moisés amó
mucho a Dios, y hablaba con Él cara a cara, e hizo maravillas y
prodigios porque Dios se lo mandaba.
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